Los procesos de cambio registrados en las últimas décadas afectan a la vida de las personas, cambiando los escenarios conocidos y generando incertidumbre sobre el futuro.
Hablamos de la cultura del individualismo como estructura social, la aceleración de la globalización y la financiarización iniciadas con la revolución conservadora de final de la década de 1970, la crisis política, de la democracia y los partidos políticos y el miedo generado por la sensación de estar sometidos a la acción de fuerzas incontrolables (golpes de Estado, guerras, el mercado, el "capitalismo de desastre", reformas laborales, recortes, deslocalización o cierre de industrias, etc.)
¿Han solucionado los partidos políticos realmente los problemas de las capas "perdedoras" de la globalización?
Por diversas circunstancias ningún sistema político actual ha logrado erradicar las problemáticas más urgentes del votante.
Existe una demanda clara de la sociedad; a ella los partidos de extrema derecha responden como telepredicadores del populismo y la demagogia:
Según la extrema derecha, la causa de nuestros males estriba en que hemos perdido la brújula como nación; la solución está en acabar con "la tontería", el "buenismo", la multiculturalidad o la "ideología de género". Promueven una visión étnica de la nación; si en España sólo hubiese "españoles", no estaríamos mal; la culpa es del enemigo interno (o externo) que se empecina en romperla: los inmigrantes, las feministas, los homosexuales, los comunistas, los masones, los judíos, la cultura, el Islam o la Unión Europea.
Los inmigrantes son estigmatizados como fuente de problemas relacionados con la delincuencia, la falta de empleo y el supuesto abuso de las prestaciones sociales; las feministas y los homosexuales como disgregadores de la familia tradicional; la ideología progresista es señalada como elemento de acción en el "complot" para la destrucción social, territorial, religiosa, familiar e individual de España.
Ofrecen defender los derechos de los españoles, sobre todo en determinados segmentos sociales más afectados, pero para eso hay que hacer una "limpia" entre los que merecen acceder a esos derechos: el trabajo dialéctico aquí reside en dar "razones" por las cuales es "natural" que algunas personas queden excluidas: son impostores, abusadores, vagos, delincuentes y porque no son "españoles". La ideología nativista que se encuentra tras toda esta serie de excusas implica trabajar para eliminar la nacionalización de inmigrantes y sus descendientes, sea por arraigo o "ius soli" y ofrece dar derechos a algunos habitantes a costa de negarlos o retirarlos a otros.
Pretender "reconstruir" España discriminando a otras personas que viven, trabajan, nacen y mueren en España, ES DESTRUIR ESPAÑA. Señalar como "malos españoles" a personas por su color de piel, género, origen, orientación sexual, política, religiosa, por su nivel de ingresos o discapacidades, ES DESTRUIR ESPAÑA. Enseñar que quienes son "diferentes" respecto a un determinado estándar antojadizo, deben ser expulsados de España, ES DESTRUIR ESPAÑA.
NO DESTRUYAS ESPAÑA.
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